España tiene una tarea pendiente con la soberanía tecnológica, desarrollar sus opciones y poder de decisión en la creación de tecnología, son tareas a las que debe hacer frente si aspira a una independencia que le asegure la autonomía estratégica, que es sinónimo directo de libertad.

La globalización abrió la veda de un mundo interconectado hasta su más discreta esquina, desde información, materiales, capital, todo fluye mediante los infinitos canales que componen el telar de hebras que es el comercio y el desarrollo.

El progreso avanza a marchas ágiles para determinar Estados, forzadas para otros, esto genera situaciones de dependencia internacionales que terminan, antes o después, repercutiendo en la fuerza de las palancas de presión gubernamentales.

La tecnología ha cambiado los equilibrios de poder, desde la interconexión internacional acelerada, hemos cedido su creación y desarrollo a fuentes extranjeras creyendo que el intercambio y acceso no tendría barreras.

España ha notado la dependencia que tiene de países terceros en asuntos como la producción industrial, un aspecto que es clave si se aspira como Estado a una relevancia mundial.

Autonomía es sinónimo de independencia y a la vez de poder, un sistema de autoabastecimiento absoluto es una utopía quimera con demasiadas contravenciones. La soberanía significa capacidad de decisión y para ello, es necesario tener opciones.

Alimentando la maquinaria productiva

Se debe apostar por un marco regulatorio que asegure la residencia de los datos en territorio español o europeo frente a la creciente ratificación.

España no es un súbdito de la Unión Europea sino un miembro de su engranaje que se beneficia de la maquinaria en la que está incrustado, la vinculación no permite encontrar nuestro propio propósito mientras más maquinaria europea se beneficia de este para su correcto funcionamiento.

Las rencillas del viejo continente que invocaban un nacionalismo proteccionista, como una Doctrina Monroe Inter europea, han dejado paso a un corpus retroalimentado del que España debe hacer lo posible por obtener el máximo fruto.

La autonomía nacional órbita alrededor de la cosmología digital y la tecnología, un concepto a exportar a niveles continentales, es un marco de acción del que ya son conscientes la mayoría de los interventores públicos y privados.

Que hablan de autonomía estratégica bajo términos inherentes europeos, así lo confirma el responsable de telefónica I+D, parece que en la actualidad se realizara una inversión para obtener la soberanía digital o una independencia tecnológica no solo en España sino en toda Europa.

¿Quién creó la tecnología?

Es quien tiene apoyo del talento humano y el tejido empresarial capaz de generar algo propio, fomentar una industrialización al alza que dé lugar a la creación de material tecnológico propio.

Es un sendero inevitable para la independencia nacional, es un camino donde será necesaria alianza estratégica y una masa crítica, humana, empresarial para poder transitarlo.

Cuando se habla de autonomía estratégica se debe ser consciente que los esfuerzos a realizar implican un desembolso considerable, para lograr motores tecnológicos innovadores y competitivos, se debe animar a la inversión.

Se debe hacer un llamado al cambio de mentalidad en España, sobre el compromiso creativo nacional, que impida un hábito que se ha visto implementado, el de la venta rápida.

 

Por admin